En la filosofía hermética, existen siete principios eternos y relacionados entre sí, cuyo conocimiento y comprensión posibilita encontrar respuestas a preguntas existenciales. El estudiante avezado de esta filosofía, alcanza una perspectiva de la realidad diferente que le permite disfrutar y aprovechar la vida, profundizar en el autoconocimiento y tener éxito en sus proyectos.

El principio de ritmo indica que todo fluye y refluye, avanza y retrocede, asciende y desciende. Es decir, todo se mueve como un péndulo, donde la amplitud del movimiento hacia un lado traerá otro movimiento de igual magnitud en sentido opuesto. Esto significa, que el movimiento oscilante tiene su razón de ser en ley de la compensación, lo que implica que para toda acción habrá una reacción de igual intensidad pero de signo contrario. Como toda acción trae un resultado, podemos pensar que una buena acción nos lleva a un buen resultado; una mala acción a un mal resultado y una no acción, a un no resultado.

Esta quinta ley, está directamente relacionada con la sexta, llamada ley de causa y efecto, que como su propia definición indica, toda causa tiene su efecto y todo efecto obedece a una causa. Así, cualquier cosa que hagamos tendrá un efecto que en realidad es una recompensa.

Esta ley excluye la «casualidad» y atribuye todo resultado a la «causalidad», por lo que nada en el universo es casual, sino que todo está perfectamente organizado y calculado en un orden perfecto.

Tenemos libre albedrío que nos permite libertad de acción en nuestra vida, sin embargo, la ley es implacable y así, si alguien se apodera de algo que no le pertenece, sufrirá una pérdida que compense esa acción. Si realiza un acto de bondad, algo bueno se manifestará como resultado. Esta era la razón por la que en el antiguo Egipto no existía sistema policial alguno que protegiera los bienes y haciendas de los ciudadanos, porque todo el mundo respetaba lo ajeno en base a la creencia de que si obraban mal sufrirían algún percance o desgracia. Eran por tanto «buenas personas» por puro egoísmo para protegerse de infortunios.

Cuando dominamos estos principios, encontramos las respuestas a muchos sucesos de nuestras vidas, porque algo que estamos viviendo hoy, ya sea bueno o malo, tiene su origen en acciones del pasado. La causa de muchos problemas no tiene un origen próximo en la línea del tiempo, sino que puede remontarse a momentos que ya no recordemos, razón por la que atribuimos el suceso al azar o a la mala suerte.

El péndulo aúna estas dos leyes: el principio de ritmo y la ley de la correspondencia y cuando actuamos, estamos poniendo en movimiento el péndulo y algo se va a manifestar por ello. Si tu proyecto emprendedor tiene significado y aporta beneficios a los clientes de tu producto o servicio, o bien supone una mejora para el bien común, estará cargado de buenas vibraciones y energía positiva, atrayendo como resultado la abundancia. Si, por el contrario, está planteado con mezquindad, tacañería, ruindad, envidia o egoísmo, puede que funcione quizás por un tiempo, pero el péndulo en su movimiento de regreso, seguramente, traerá más de lo mismo. Claro, que algunos pensarán que hay mucho crimen organizado y corrupción, y que no todos sufren el castigo, sino que viven una vida de lujos, por lo que parecen inmunes a estas leyes.

A mí no me preocupa lo que otros hagan en conciencia. La ley antes o después se manifiesta y lo hace de una manera amplia, quizás no sufriendo ellos efectos directos y visibles, pero pueden aparecer efectos colaterales y que se extiendan a otros aspectos de su vida y a todo su ámbito de actuación.

Cada vez hay más proyectos con alma. El emprendimiento solidario está cada vez más presente en las empresas. Muchas aportan a causas solidarias un porcentaje de sus beneficios, queriendo dejar a su paso un mundo mejor del que encontraron. Sus planteamientos de contribución son iniciales y enmarcados dentro de la filosofía del proyecto en su conjunto, sin esperar a tener beneficios para empezar a ser solidarios.

Los hombres son ricos sólo en la medida de lo que dan.
El que da un gran servicio, recibe una gran recompensa.
Elbert Hubbard.

Muchos acuerdos de colaboración y relaciones comerciales hoy ya están condicionados por esta filosofía de solidaridad. Muchos clientes eligen proveedores que tienen en su empresa una causa justa que defienden y muchas empresas colaboran con otras si hay detrás de éstas un proyecto solidario, en un convencimiento firme de que lo que se da, se recibe.

 

 

© 2.015 Gabriel Hernández Guillamón

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