El trabajo puede definirse como la realización de tareas que implican esfuerzo físico o mental y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios a cambio de una contraprestación económica.

El trabajo es por tanto la actividad a través de la cual el hombre obtiene sus medios de subsistencia, por lo que tiene que trabajar para vivir o vive del trabajo de los demás. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en una de sus acepciones define el trabajo como el esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital.

La palabra trabajo es la acción de trabajar y proviene del latín popular tripalliare, que significa atormentar, torturar con el «tripalium», que originalmente era un instrumento parecido a un cepo con tres pies utilizado para inmovilizar animales de labranza para su herraje, derivando más tarde en un instrumento de tortura para castigar esclavos o reos, siendo inmovilizados mediante tres palos cruzados para ser azotados sin piedad.

A partir del siglo XII, la palabra designa también un tormento psicológico o cualquier sufrimiento físico como el trabajo del parto o bien tortura causando dolor. En un pasado reciente, los reos también eran condenados a trabajos forzados.

En la actualidad, seguimos expresándonos en términos de esfuerzo y sufrimiento cuando nos referimos de modo coloquial al trabajo con expresiones como «trabajo duro» o «jornada de trabajo agotadora». También citando sentencias bíblicas tan conocidas como «ganarás el pan con el sudor de tu frente» o «parirás a tus hijos con dolor». O lo hacemos en un sentido jocoso y con ironía cuando escuchamos que «el trabajo es salud».

La realidad es, que si sentimos un trabajo como algo arduo, tedioso, que supone un gran esfuerzo o nos aburre, será síntoma de que lo que venimos haciendo no está alineado con lo que nos apasiona de verdad.

Por supuesto, se puede ser apasionado con una profesión y estar incómodo en un trabajo concreto relacionado con ésta por diversas razones. Puede ser que el ambiente de trabajo no encaje completamente con nuestra forma de pensar; que esté relacionado con la profesión pero que no permita el pleno desarrollo de la misma; que la remuneración no se ajuste a nuestras expectativas…pero si verdaderamente hay una base vocacional fuerte y definida, el profesional considerará la situación como temporal y aprovechará la experiencia como camino de crecimiento, contribuyendo a enriquecer su experiencia y bagaje, pero no se cuestionará si está en la profesión o sector adecuados, sino en en el sitio o la situación incorrecta.

Una persona que ama lo que hace no percibirá el trabajo en el sentido habitual de la palabra, no lo vivirá como esfuerzo sino como diversión y el tiempo parecerá trascurrir de forma rápida.

Nunca tuve un día de trabajo en mi vida, todo era diversión.
Thomas Alva Edison.

Es como cuando practicamos un deporte o hacemos un hobbie. Por eso, me gusta preguntar a quienes no saben aún a que dedicarse, en qué cosas ven pasar el tiempo de manera diferente mientras se sienten plenos, felices y disfrutando con lo que hacen. Esto suele darles una pista.

He conocido muchos profesionales con una trayectoria sobresaliente y que les ha ido muy bien en la vida, y algo que comparten como cualidad es que son verdaderos entusiastas de su profesión o su proyecto, y se divierten haciendo lo que hacen. Simplemente, trabajan enfocados y avanzan sin mirar el marcador.

Cuando consigues disfrutar con lo que haces, trasciendes lo meramente profesional y estás en otro nivel de pensamiento. Te conviertes en una referencia porque transmites entusiasmo, haciendo más agradable la experiencia en las relaciones personales, profesionales e interprofesionales.

 

 

© 2.016 Gabriel Hernández Guillamón

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