Las decisiones, a veces, requieren de su tiempo cuando tenemos delante un desafío importante que afrontar. Damos vueltas para poder atacar desde distintos ángulos una misma idea, buscando las posibles fisuras que puedan poner en peligro el éxito y la perdurabilidad del proyecto porque nos da miedo equivocarnos. A veces se desencadena todo un proceso paralizante que nos impide avanzar.

Una vez definido nuestro objetivo y lo que queremos lograr, hay que extenderse hacia otros planos de conocimiento e información que nos ayuden a clarificar las ideas y poder contemplar todas las opcio­nes.

Supone avanzar desde el núcleo de la idea hacia el exterior, para abarcar un espacio de seguridad y una perspectiva mayores. Es como las ondas que se producen en el agua de un estanque cuando arroja­mos una piedra, que se extienden hacia la periferia mediante círculos concéntricos.

En función de la magnitud y las características de tu proyecto, pueden darse círculos en mayor o menor número, pero básicamente podemos establecer cinco círculos concéntricos esenciales:

Nivel uno. En este primer círculo buscamos información relevan­te y contrastada sobre el tema que llevamos entre manos, buscando datos, análisis, opiniones de expertos y todo lo que pueda afectar a nuestra idea de negocio o proyecto, pero siempre atentos a lo que nos dicte nues­tra intuición, porque en última instancia somos nosotros los creadores y responsables.

Una cosa es pedir opinión autorizada, y otra muy distinta es dejar en manos de los demás la toma de decisiones fundamentales que determinan el futuro del proyecto.

En este sentido, puedo aportar mi experiencia al respecto, ya que durante mucho tiem­po confié más en la opinión de los demás que en la mía propia porque daba por sentado que algunos profesionales a los que encomendaba un asunto, tendrían un conocimiento más profundo que el que yo podía tener sobre una materia concreta. Pero descubrí que algunos expertos dicen serlo a base de «conocimiento embotellado», personas que basan su capacidad en la asimilación de datos pero que adolecen de imagi­nación, iniciativa y criterio.

Rodéate de personas dinámicas, intuitivas y que te aporten crecimiento, escucha sus opiniones pero ten siempre tú la última palabra.

Nivel dos. En este círculo tenemos que discernir y filtrar todas las opciones que seguramente se habrán planteado en el nivel anterior, para poder dar prioridad a los criterios que mejor definan la esen­cia del proyecto emprendedor. Por ejemplo, habrá criterios de imagen corporativa o espíritu de servicio que entren en disonancia con crite­rios económicos o de rentabilidad y habrá que decidir cuáles son prio­ritarios para que nuestro proyecto esté alineado con nuestros valores.

Nivel tres. Aquí entra en juego tu creatividad y la de tu equipo en base a las opciones y posibles soluciones con las que más sientes identificación, y que al mismo tiempo supongan una opción real de negocio dentro de tu nicho de mercado, valorando que puedan existir ya soluciones desarrolladas que supongan competencia o niveles más avanzados de lo que tu pensabas que era una idea original.

Nivel cuatro. En este círculo imaginamos el resultado como ya alcanzado, viéndonos desde el final, eligiendo entre las mejores alter­nativas la propuesta ganadora. Supone tomar la decisión sobre la estra­tegia que mejor define nuestro proyecto.

Nivel cinco. Es la etapa de arranque del proyecto con todas las consecuencias. Sólo hay que avanzar según lo planeado, realizando las maniobras correctoras necesarias para mantener el rumbo con coherencia y eficiencia. Ya habremos cubierto un área suficientemente extensa de conocimiento y seguridad que afianzará y protegerá el núcleo, la idea, el proyecto origi­nal, mediante una barrera física construida mediante círculos concén­tricos de crecimiento. En este círculo podemos sentir vértigo ante el reto, sorprendidos incluso por la magnitud que puede alcanzar una buena idea cuando la visión va más allá de las posibilidades.

Sólo como guerrero puede uno soportar el camino del conocimiento. 

Un guerrero no puede quejarse o lamentarse por nada.

Su vida es un interminable desafío, y los desafíos no pueden ser bueno o malo.

Los desafíos son simplemente desafíos.

Carlos Castaneda.

*El deporte rural vasco, incluye la especialidad de levantamiento de piedras, un deporte cuyos orígenes se remonta al año de 1.910, donde el levantador o harrijasotzaile Arteondo, convirtió el acto de levantar piedras en una disciplina deportiva al preparar piedras talladas con diversas formas y pesos: piedras cilíndricas de 100, 112,5 y 125 kilos; rectangulares de entre 125 y 212,5 kilos, y piedras esféricas de 112,5 y 125 kilos. La práctica se fue incorporando en las fiestas de los pueblos del País Vasco, consistiendo la prueba en levantar a pulso una gran piedra hasta la altura del hombro para dejarla caer posteriormen­te.

Está considerado como el mejor levantador de piedras de todos los tiempos Iñaki Perurena, un Navarro nacido en la población de Leiza, Carnicero de oficio y hombre polifacético: actor de televisión, bertsolari o improvisador de versos, siendo también campeón juvenil de aizkolaris o taladores de troncos a los dieciséis años. Iñaki empezó a realizar sus primeros levantamientos de piedras en 1974, consiguiendo ser el primer levantador capaz de superar la mítica barrera de los 300 kilos. Llegó a incorporar 267 kilos en un solo brazo y a levantar más de 132.000 kilos en un tiempo de 6 horas, 22 minutos y 52 segundos. En el encuentro de las Seis Horas de Euskadi, celebrado en el velódromo de Anoeta en San Sebastián en 1994, hizo su mejor marca levantando una piedra de 320 kilos en 17 segundos. A lo largo de su carrera ha batido múltiples récords introduciendo nuevas técnicas y formas de practicar los levantamientos. Como reconocimiento a su carrera pro­fesional, fue galardonado en 1.983 con la Medalla de Oro al Mérito Deportivo de Navarra.

A finales de la década de los noventa, fue entrevistado en un pro­grama radiofónico presentado por Luis del Olmo, donde explicó los detalles de su pasión por esta modalidad deportiva y las técnicas que utilizaba para superar nuevas marcas. Hubo un momento de la entre­vista que me llamó poderosamente la atención. Contaba la manera en que se «comunicaba» con las piedras objeto de un nuevo récord, colocándolas cerca de él en sus quehaceres del día a día, de manera que pudiera verlas para poder hablarles, tocarlas, sentirlas y moverlas un poco de su sitio de vez en cuando, de modo que iba tanteándolas y estableciendo una especie de «relación» con ellas antes de intentar levantarlas.

Trabajando en nuestro proyecto y aplicando el método de los Círculos Concéntricos, durante todo el proceso y al igual que Iñaki Perurena, nos habre­mos familiarizado con nuestro proyecto, le habremos hablado, senti­do, tocado y «movido» lo suficiente como para habernos impregnado de su esencia.

El que no se desafía a sí mismo se apoltrona.

Lee Iacocca

Extracto basado en el método Círculos Concéntricos®

 

 

© 2.015 Gabriel Hernández Guillamón

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